Cuando, en agosto de 2013, escribí el texto “La interrupción temprana de la lactancia materna podría perjudicar la inteligencia del niño”, un autoproclamado experto de cuyo nombre no quiero acordarme se dedicó a desacreditarme, con gran alegría para sus seguidores, que lo tienen por sabio de cuya boca solo emana ciencia. No como yo, que por lo visto soy un vendido al poderoso y acaudalado lobby de la lactancia (ejem). Para desautorizarme, y para convencer a sus discípulos de que no soy digno de mi profesión, utilizó argumentos de toda índole. (más…)